EL DIOS DE LOS DESCARRIADOS

Ayer salí a caminar por la playa, después de casi una semana de lluvias había salido un sol radiante que se reflejaba con toda su fuerza sobre el inquieto mar... Tenía ganas de disfrutar del aire puro y despejar pensamientos... Me senté en la arena para dejarme maravillar por la imponente belleza de la naturaleza... mis ojos se obnubilaron con el azul intenso del agua, mis oídos disfrutaban de las olas golpeando contra la arena... Estaba sólo rodeado de unas cuántas gaviotas que desplegaban un vuelo magistral... De pronto, veo a lo lejos una chica de unos 20 y tantos años que estaba siendo asediada por un señor de unos 40 años... La chica se acercó como buscando protección y el hombre me increpó diciendo: - SOY JONÁS, predico la palabra... Soy un mensajero...- simplemente lo observé y también a la chica que evidentemente no podía sacarse de encima a aquel sujeto.

- ¿Y qué mensaje traes? - le pregunté.

- Hoy es un día especial... Dios los eligió... a ambos para recibir su palabra...

- Dios quiere que cumplan su misión en la tierra... que vuelvan a su senda porque los ama y sabe que están perdidos... porque el hombre y la mujer se hicieron para un fin determinado y ustedes van contra la voluntad de Dios... Dios castigará, condenará a todos los que no sigan su palabra... que es palabra viva... amen...

La chica no era realmente una chica sino un travesti... al acercarse el hombre interpretó que yo estaba de su lado, por ello comenzó su verborragia en contra de ambos... Más tarde me enteraría que ella había ido a la iglesia a buscar consuelo por las difíciles situaciones que le tocan vivir, a que ese dios en el que tanto cree, al que tanto le reza le diera un poco de paz... y en su lugar había encontrado a este individuo que quería llenarle la cabeza con ideas absurdas...

Después de un rosario de insultos, de decirnos que Dios nos quemaría por herejes, que por no aceptar su palabra nos había dado una mente trastocada, que no obtendríamos su perdón jamás, que éramos aberraciones del demonio, que Jesucristo no estaba ni estaría nunca en nuestros corazones...

Simplemente me causaba gracia todo lo que decía, pero a ella no, comenzó a llorar amargamente... y su llanto caló tan hondo en mi corazón... que las palabras comenzaron a brotar espontáneamente... y no sé de donde salieron... pero surgieron: - Quién crees que eres para tener la arrogancia de nombrarte mensajero de Dios... de juzgar a otro... de humillar a una persona del modo en que lo haces... de decir que Dios no nos ama y no está en nuestros corazones... Yo creo en Dios... en un Dios de amor... en un Dios que está allí mismo donde hay amor... que no juzga ni condena por apariencias ni por raza ni por orientación sexual... un Dios que a través de su único hijo nos envió un mensaje de amor... En ese Jesús que caminó la tierra rodeado de pobres, de truanes, de prostitutas y herejes a los que solamente les pidió fé... que les dijo en su última cena "amense los unos a los otros"... que vivió como un hombre más padeciendo todas las penurias y pesares de cualquiera de nosotros, pero que murió como un dios... Su mensaje no fue un mensaje de condena... sino de amor...

El tipo se rió y acusó: - Lees lo que te conviene... es muy común en todos los que son como vos... y ella

- Estás muy equivocado si crees que por repetir de memoria oraciones, ir a misa, leer un libro que ni siquiera sabes quién lo escribió lograrás esa salvación de la que tanto hablas... Se necesita mucho más que eso... Quisiera saber con cuántas personas que no tienen una mísera porción de pan has compartido tus raciones... a cuántos seres que han perdido las ganas de vivir los has llenado de esperanza y de fuerzas para que hallen su camino... a cuántos hermanos le has dado consuelo en sus peores momentos con una palabra cálida... a cuántos lugares donde sólamente reina la oscuridad has llevado luz... en cuántas guerras entre hombres has intercedido con un mensaje de paz... Estoy convencido que Dios nos envió para eso...- Tomé a la chica de la mano y nos retiramos, mientras el sujeto nos gritaba: - "¡Herejes! Las llamas de Dios los quemarán... "

Y mientras nos íbamos escuchábamos de fondo todos los improperios que seguía gritando hasta que nos alejamos lo suficiente para que su voz no se oyera... Allí pensé en ese Dios al que tanto amo... ese Dios que creo que no me juzgará por nada que no sea lo que tengo en mi corazón... un Dios que pondrá por encima de todo aquellos actos en los que has dado tu vida por otro, en los que has llenado de amor el mundo, en los que has iluminado a los que estaban en las penumbras, en la soledad, en la miseria no con su palabra sino con la bondad y calidez humana... ¿ESTOY TAN EQUIVOCADO EN LO QUE PIENSO? ¿Acaso será ese el DIOS DE LOS DESCARRIADOS?