Ayer cuando oí la voz severa y cruel de mi padre en el teléfono tuve miedo como hacía tiempo no tenía… Una sensación de inseguridad se apoderó de mí, simplemente oí a esa ¿persona? (aclaro que para mí no es una persona, es un monstruo, un ser vil y sin escrúpulos al cual le queda grande el título de persona)...
Mientras él hablaba con su tono imperante y sus malos modos, pensé en todo el daño que había ocasionado, todo el dolor que había generado en mis hermanos, mi madre y en mí… Sentí lastima por él, puesto que era evidente que el transcurso del tiempo no lo había ayudado a reconocer sus errores ni a asumir sus culpas... En definitiva, era el mismo que nos había abandonado, que hizo que tuviera que hacerme cargo de la familia que él había formado pero que no tenía el valor ni la hombría para sostener... Era el mismo cobarde que se escondía tras su verborragia violenta, tras los insultos y los golpes... No hay con que darle la mierda huele y olerá a mierda siempre...
Me pregunté si merecía alguien que me había abandonado, que únicamente me había hecho sufrir, que siempre generó conflicto en mi vida, ser considerado “PADRE” ¿Acaso un padre no es alguien que cuida, que vela por la seguridad de sus hijos y que se contenta con sus logros y los apoya en sus fracasos? Bueno, en mi caso no ha sido nunca de ese modo...
Oía los reclamos vacuos, las palabras inmundas de ese sujeto, sin inmutarme... Los años no habían pasado para él, pero sí para mí y la vida me fue haciendo fuerte, como un roble viejo, capaz de resistir feroces tormentas y de tolerar las palabras más duras… Entonces, sin que me temblara la voz, sin levantar el tono, pero con la firmeza necesaria como para derrumbar un edificio, exclamé: -“No vuelvas a molestar nunca más en tu vida, porque no son bien recibidos tus llamados...”- Se hizo un silencio, no articulé palabra simplemente escuche los sonidos al otro lado de la línea, esperaba su contestación; pero los cobardes nunca se enfrentan a quienes le van a dar pelea, a quienes no pueden doblegar... Colgó y, afortunadamente, los viejos tiempos de dolor y violencia volvieron a ser solamente una funesta postal del pasado.
Un abrazo grande
ResponderEliminarEs muy importante lograr reconocer qué es lo que nos hace bien y qué no (o quiénes). Y aún más importante, tratar de mantenernos lejos de lo que nos destruye. Me alegro por tu fortaleza.
ResponderEliminarMi caso es al contrario. Tienden, él y mi madre a ser muy exagerados, quizás afixien demasiado a veces pero, siempre han estado conmigo. Me encanta oír las sabias palabras de mi padre... Me encanta escuchar sus opiniones.
ResponderEliminarEncima golpes...
Estoy de acuerdo con Valebé. Y sí... al principio hay cosas que duelen pero, luego te pueden hacer fuertes. Conozco esa sensación, no por parte de mis padres, pero, en otras cosas. En realidad, todos tenemos la capacidad de hacernos fuertes, fuertes como robles, aun aunque caigamos mil veces. ASí que aun cayendo, no debemos cansarnos de intentarlo, nunca jamás. Y tb, tb me alegro de tu fortaleza. Nunca desistas de ella. ¡Mucho ánimo!
Saluditos.
Te digo que a veces, no lo he apreciado, ni lo aprecio eso de tener los padres que tengo. A veces, los humanos somos así. A veces, te quedas como cieg@...
ResponderEliminarBueno, lo dicho: ¡Mucho ánimo! Y estoy con Valebé.
Otro saludito.
Por cierto, me encanta la profesión de soñador, es de las más bonitas para mí :), al menos es buena para aislarte de este mundo a veces tan...
ResponderEliminarY bueno, tranquilo. Tienes otras personas por ahí que te quieren :)
Otro saludito.
¡QUÉ DURO ES TENER QUE IGNORAR LAS RAICES! Sin embargo el buen vino sale de los esquejes injertados, no de la semilla plantada. Una mala cepa, aparte de inutil, es penoso que reclame autorias cuando la cosecha empieza a dar los frutos.
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