LA ENSEÑANZA DE BUBY

Ayer me acordé de las palabras de BORGES esas que dicen algo así como la felicidad es un fin en sí misma, mientras que con las penas siempre hay que hacer otra cosa, transformarlas en otras cosas... Y de GABO (el escritor colombiano Gabriel García Márquez)quien dice en "Vivir para contarla": "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla"... También de Víctor FRANKL y de Bruno BETTHELHEIM que fueron sobrevivientes de los campos nazi... Ambos dicen que lo que ayuda a una persona a superar situaciones o vivencias traumáticas en exceso es el simple hecho de encontrarle sentido a la vida a través de proyectos y sueños.... Hace poco tiempo perdí a un ser querido... e hice caso de lo que alguna vez dijo Walt Whitman: "Aprende de quienes pueden enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron, de nuestros “poetas muertos” te ayudan a caminar por la vida. La sociedad de hoy, somos nosotros, “los poetas vivos”."... Volví a todos mis poetas... y gracias a ellos convertí esa trágica pérdida en letra... en letra viva, llena de fuerza, de sentimiento... y, lentamente, las palabras le pusieron alas a los recuerdos y el tiempo paulatinamente fue sanando las heridas... Las palabras tienen esa magia... son capaces de herir brutalmente a alguien, pero también capaces de sanar cualquier corazón herido... Estas son las que me ayudaron a ante aquella pérdida de un integrante de mi familia...

"Él jamás salió de la calle en que nació, no hizo cosas maravillosas como componer una melodía o pintar un cuadro, no lideró a miles de personas ni salvó la vida de nadie. Sin embargo, me dejó una gran enseñanza.
Crecimos juntos, jugando y compartiendo tardes de risas. Lentamente, me fui haciendo “grande”, mis intereses cambiaron y comencé a abandonar lo que antes me divertía. Nunca noté que el tiempo también transcurría para él. Cada vez lo veía menos debido a los estudios, los nuevos amigos, los amores de la adolescencia o el trabajo, pero él siempre parecía estar igual. Sin embargo, aunque yo no lo notara, sus células, su corazón, sus huesos, su piel, envejecían.
Era un ser especial, no necesitaba decir una palabra para demostrar su inmenso cariño o su enojo, carecía de la capacidad de mentir o fingir lo que no sentía y tampoco solía quejarse.
Sabía donde encontrarlo, cuando lo necesitaba estaba para apoyarme o escucharme sin dar sermones, era incondicional.
Cuando me veía llegar se ponía loco de felicidad y eso, sin duda, era porque significaba alguien demasiado importante en su vida.
El problema con ese tipo de seres es que uno termina creyendo que son de acero, atemporales y que nada les ocurrirá nunca. Es difícil imaginar que alguien así puede desaparecer abruptamente, nunca se me había cruzado por la cabeza esa posibilidad.
Un día, como cualquier otro, enfermó y su cansado organismo se detuvo. De pronto, había perdido a un gran amigo al que me faltó decirle infinidad de cosas y demostrarle todo el cariño que le tenía.
Con su muerte me reproche haber dejado tanto para mañana; no obstante, de nada servía puesto que ya no estaba conmigo. Entonces, entendí que el momento para amar, para hacer sentir valioso a otro, para agradecer, para sincerarse era el presente… Quizás la vida continúe en otro lugar, en el “más allá”; mientras tanto estamos acá, rodeados de seres especiales, aunque a veces la rutina no nos permite verlos con claridad… Aprendí que en todos los caminos, incluso los que están llenos de obstáculos y dificultades, en los que se hace difícil andar, uno se encuentra con esos seres que los tornan mágicos, que los llenan de vida, que los iluminan, que ayudan a no confundir la ruta y que, simplemente, hacen que uno diga: valió la pena transitarlos…"

Demás está decir que Buby era mi perrito de toda la vida...