EL PRINCIPE DE LAS TINIEBLAS

Por andar jugando al loco que quiere cambiar el mundo y tanto luchar contra un sistema injusto y autoritario me puse en la vitrina para que a cuánto dictador se le antojara me lanzará con sus dardos... y esta vez le tocó el turno a mi queridísimo segundo jefe, es decir a Imanol... Y para colmo de males Marcelo se torció un tobillo haciendo PILATES y no viene en toda la semana... Definitivamente estaba perdido...

Y así fue, a Imanol se le ocurrió mandarme por dos hermosos días a acomodar un archivo al cual daba miedo entrar jeje... Me encontré con estantes atiborrados de biblioratos, carpetas y libros con más años que la bandera nacional y cientos de muebles desvencijados, sillas arruinadas, mesas sin patas, máquinas de escribir oxidadas y mucha pero muchísima mugre... Ahh encima tuve que lidiar con todo un ecosistema que habitaba el lugar: ratas tan gordas que parecían alimentadas con un complemento vitamínico, cucarachas con un caparazón duro como un piedra, bichos bolitas, polillas, hormigas, gusanos, murciélagos... y seguramente alguna otra especie exótica que no tuve el placer de identificar... También había un exquisito aroma a papel húmedo y paredes enmohecidas... Como la luz no existía y mucho menos alguna ventana para apreciar algún paisaje, tenía que desplazarme con una linterna a pilas...¡Dios!

El primer día fue caótico puesto que casi muero 1) de angustia, 2) atacado por toda la biosfera del lugar, 3) intoxicado por todos los insectisidas que tiré en el ambiente o 4) aplastado por alguna estantería u objeto no identificado... pero al segundo día lo dote de magia y color con una actitud positiva y proactiva...jejeje fue como tener 6 años y creer que estaba jugando una aventura en una caverna al mejor estilo Indiana Jones... Y me divertí descubriendo secretos y leyendo infidencias de las personas en los archivos... mirando fotos viejas... y tratando de adivinar cómo funcionarían determinados objetos... Supuse que así trabajarían los arqueólogos o los antropólogos o los historiadores... Y el tiempo voló y cuando me quise acordar estaba casi todo ordenado…

Mientras juntaba todo para irme oí un ruido… eran pasos de alguien que se acercaba… contuve la respiración por unos instantes y el corazón me latió a más no poder…De pronto lo tuve frente a mí al Príncipe de las Tinieblas… Había crecido, la vida le había borrado los rasgos adolescentes del rostro, estaba mal vestido, desprolijo, con una barba de varios días y un pesar en su mirada.
- ¿Sabes quién soy?- y cómo olvidarlo, pasé tantas noches en vela por vos. Hay cosas que no se tienen presente; pero que no se olvidan. El amor que sentimos por una persona deja huellas en nuestro corazón, huellas que los años enmascaran, sin embargo, no borran.
- ¿Qué queres?- fue lo único que me salió...
- Ayuda.- sentenció. ¿Acaso no se acuerda cómo termine la última vez que quise ayudarlo? - No me dejes… Perdón… Hice cosas malas… Ayúdame a controlarlo…- notó la negativa en mis ojos y ante la ausencia de respuesta se marchó.

Tomás, así se llama, esconde un monstruo bajo la piel… así lo hicieron… Cuando lo conocí sus heridas aún sangraban y estaba a tiempo de hacerse algo, ahora ya no. Recibió muchos golpes y aprendió a golpear, nada más. Él transformó su dolor en ira…

¿A qué había vuelto después de tantos años? ¿En busca de los abrazos perdidos, de las charlas abandonadas a mitad de camino, de los proyectos sin cumplir…? ¿Vino a cerrar lo que otrora dejó abierto? O… ¿Es la necesidad la que lo trae desesperado a los pies de quien nunca le había fallado?

Esta vez no caería en su juego... Su táctica no había variado: unas cuantas palabras de arrepentimiento, un perdón que parece sincero, un brillo extraño en la mirada, un no saber que estaba haciendo… Así, clavaba esa duda perversa en mí, se metía en mi mente y buceaba en sus profundidades. Tarde años en comprender que ese es su modo de ser, su ser en el mundo, su patrón de relación con el otro y es lo bastante tarde como para intentar un cambio…